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  • El Gobierno Canario y Senegal estudian la creación de una isla de arena para proteger la franja costera de Saint Louis de las inundaciones

Esta iniciativa de cooperación transfronteriza se basa en las experiencias holandesas de Sand Engine y las Dunas de Hondsbossche, con el objetivo de frenar la erosión costera en la Langue de Barbarie, en la que se asienta una parte de la población de Saint Louis.

 

José Naranjo / Dakar

 

El grupo de investigación URSCAPES, a través de la línea de investigación IS_LAB (Islas como Laboratorios del Antropoceno), del Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible (Tides), y el Instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG), ambos de la ULPGC, junto con el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC), empresa pública del Gobierno canario, han propuesto una novedosa iniciativa para proteger a la Langue de Barbarie de la erosión costera: realizar un estudio de viabilidad acerca de la creación de una isla de arena que frene el deterioro de este singular espacio natural afectado por recurrentes inundaciones debido a su ubicación en la desembocadura del río Senegal, al norte del país.

Esta iniciativa se enmarca en el proyecto RES-COAST “Herramientas de Planificación de Infraestructuras y Gestión de Riesgos para el desarrollo de Economías Costeras Resilientes al cambio climático en África Occidental” que interviene en Senegal, Mauritania y Gran Canaria. El proyecto está financiado en un 85% por fondos Feder de la Unión Europea a través del programa Interreg MAC 2014-2020, en el que participa, por parte senegalesa, la Direction de l'Environnement et des Etablissements Classés (DEEC) du Ministère de l’Environnement et du Développement Durable (MEDD).

Tras los contactos iniciales entre técnicos del ITC, ULPGC y la citada DEEC, en los que se profundizó sobre la problemática de erosión costera que afecta a la Langue de Barbarie y acerca de los distintos proyectos que están en marcha en la zona liderados por el Estado de Senegal y el Banco Mundial, así como la construcción de un dique de protección financiado por la Agencia Francesa de Desarrollo, los técnicos canarios propusieron estudiar la posibilidad de crear una barrera de arena, a la que bautizaron como “la cuarta isla”, que disminuya el impacto de la acción del mar sobre este amenazado espacio.

La idea es que esta especie de dique natural activo, se proyecte en paralelo al frente atlántico de la Langue de Barbarie. Su forma y posición estarán basadas en la interacción de las dinámicas marítimas y fluviales existentes. Este sistema ecológico de protección, en un entorno ambiental de extrema fragilidad, se incluye en las denominadas Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN), las cuales conservan o restauran entornos ambientales, reduciendo los riesgos de desastres en estrategias más resilientes. Se trata de alternativas para países en vías de desarrollo, sugeridas por diferentes instituciones tales como el Banco Mundial o el World Resources Institute, contribuyendo, como buenas prácticas, a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Además de la protección en sí misma, la cuarta isla podría ser un espacio de uso público para la población de la zona, un ámbito de investigación científica para la evaluación y monitorización de dinámicas de costa, un nuevo ecosistema de interés biológico e incluso como un espacio para la producción experimental agrícola o la implantación de energías renovables con indudable atractivo turístico.

La Señora Seydi, jefa de la División “Gestión del Litoral” de la DEEC, advierte de la fragilidad de este ecosistema y recuerda que toda intervención debe ser coordinada y seguida de cerca por la DEEC. Según ella, la Langue de Barbarie es una zona muy vulnerable y compleja que está sufriendo el impacto de la erosión costera y la apertura de la brecha en 2003 la ha hecho aún más vulnerable. Es por ello que el MEDD permanece atento a cualquier iniciativa interesante relacionada con este ámbito y vela para que se asegure la protección de las personas y bienes contra el avance del mar. La Langue de Barbarie, que también es un área protegida con el parque nacional, es una península de arena que forma parte del delta del río Senegal. Se extiende a lo largo de más de 40 kilómetros desde la frontera con Mauritania, al norte, hasta Potou, en la región de Louga.

Este proyecto, impulsado por el Gobierno de Canarias, se encuentra en una fase preliminar de recogida de datos y de estudio de viabilidad en el que también se tiene en cuenta también las iniciativas ya en desarrollo.

Un reciente informe del Banco Mundial revela que “los efectos del cambio climático, como la subida del nivel del mar y la modificación de las tormentas, han acelerado el problema de la erosión” en este espacio, que también sufre las consecuencias de la apertura de una brecha artificial en 2003 para tratar de salvar a la isla de Saint Louis de una crecida del río. En la actualidad, la península está partida en dos y buena parte de la misma ha desaparecido bajo las olas. Pero es que, además, el espacio está habitado por decenas de miles de personas repartidas en los populosos barrios de Goxu Mbathe, Santhiaba, Ndar Toute y Guet Ndar que ya sufren las consecuencias de este desastre ecológico: al menos 580 personas han perdido sus hogares y han sido trasladados a otras zonas y se espera reubicar a unos 10.000 en los próximos años.

La iniciativa canaria se apoya en experiencias similares ya desarrolladas en otros lugares del mundo para hacer frente a problemas parecidos. La más importante es el denominado Sand Engine o Sand Motor cerca de La Haya, en Holanda, un país con amplias zonas situadas bajo el nivel del mar que se enfrenta al desafío de la erosión costera. En 2011 el Gobierno holandés inyectó en una zona del litoral 21,5 millones de metros cúbicos de arena, extraídos del fondo marino a unos 10 kilómetros de distancia, con el objetivo de crear una península artificial que frenara este proceso. Los resultados fueron muy satisfactorios. Una evaluación de 2016 reflejó que no solo se había garantizado el aporte de arena para unos 20 años, sino que se mitigó el impacto de las inundaciones, se creó un nuevo hábitat para la flora y fauna local y surgió un espacio para actividades recreativas.

Otro proyecto que sirve de referencia a los técnicos es el de las Dunas de Hondsbossche, también en Holanda, donde un dique que ya no reunía los estándares de seguridad para proteger a la costa de las inundaciones se reforzó en 2015 con 30 millones de metros cúbicos de arena, creando una barrera de playas e incluso lagunas interiores. Pero Holanda no es el único país que se enfrenta al desafío de la subida del nivel del mar y la erosión costera. En 2012, las zonas bajas de la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos, sufrieron con especial intensidad la penetración de agua del mar a causa de la supertormenta Sandy, pero los expertos temen que el calentamiento global intensifique estos fenómenos extremos en las próximas décadas. Para amortiguar este impacto se ha barajado la opción de crear una cadena de islas de 65 kilómetros de longitud entre Nueva Jersey y Long Island que permita disipar de la energía de las grandes olas. Esta idea se conoce como las Dunas Azules.

El estudio de viabilidad propuesto en el proyecto RES-COAST, que se llevará a cabo a lo largo del año 2021, analizará las dinámicas costeras del frente atlántico para ver si es posible la creación de esta isla frente a la Langue de Barbarie, teniendo en cuenta los aspectos ecológico, económico y social de un proyecto de esta envergadura. El responsable de dicho estudio es el grupo de investigación URSCAPES del Instituto de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible de la ULPGC, todo ello bajo la coordinación y supervisión tanto del ITC como del Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible del Gobiernos senegalés.